Hace exactamente 36 años una lúgubre cortina de represión y muerte cubrió mi país... hace 36 años se escuchó por última vez el metal tranquilo de su voz...
Cuando pequeño, creí y asumí siempre que el 11 de septiembre era un día muy triste, mi abuela se levantaba temprano y ponía tres audio que tenía grabadas en un casette...
Primero que nada sonaba el último discurso de Salvador Allende (abajo les agrego el discurso completo)... siempre pensé que era como una especie de abuelo gigante que vivía en la memoria colectiva de mi familia, por que siempre me hablaban de Don Chico con un cariño entrañablemente cálido. Siempre se le escuchaba tan tranquilo y tan preocupado al mismo tiempo, en esa grabación que hablaba de bombardeos y acribillar, de muerte... y sobre todo de esperanza.
Además era ver a mi abuela llorar despacito en los rincones de la casa, y sentir que la muerte invadía terriblemente cercana a los recuerdos de todos...
A mi madre parecía que le caían los años encima de golpe... era y es un día triste...
El segundo tema era, "El pueblo unido jamás será vencido", una canción combativa que siempre se canta en marchas en Chile... y en muchas partes... es de Quilapayún y era como un aire de euforia que recorría mi casa, como diciendo, no nos mataron, estamos vivos... caminamos... nos levantamos, marchamos...
Recuerdo a mi viejo, levantar su puño izquierdo, con bronca, con fuerza y cantarnos... "Y tú vendrás marchando junto a mí y así verás tu canto y tu bandera florecer, la luz de un rojo amanecer anuncia ya la vida que vendrá."
El tercer tema era esperanzador, llena mi alma escucharlo aún, era "Venceremos" de Quilapayún también, era el momento de usar las palabras del compañero presidente y decir, lo lograremos, esto lo cambiaremos, la sangre de los adoquines, de las plazas, las muertes de tanta gente, las desapariciones, ese cruel exilio, las horas de llanto y miedo, las cambiaremos, como lo hicimos por allá en 1970, cuando Allende llego al poder, así, con su memoria lo volveremos a hacer... "Venceremos, venceremos mil cadenas habrá que romper venceremos, venceremos, la miseria sabremos vencer!"
Al terminar ese ritual de música y discursos comenzaba un día especial... durante mi niñez y bastante entrada la adolescencia, era un feriado, el Dictador Augusto Pinochet le dio de nombre Día de la Liberación Nacional, años posteriores, los burócratas de siempre, políticos miedosos aún de la cercana actitud belicosa, del ex dictador y ahora, General en Jefe del Ejercito!, dieron ciertas libertades, ahora se podía marchar, hasta hicieron monumentos y trajeron el vejado cuerpo del compañero Allende de una tumba anónima a un mausoleo, para que la gente pudiera verlo... eran días de marchas, caminatas al Cementerio General, al memorial de los Detenidos Desaparecidos y después a la tumba de Salvador Allende, de policía reprimiendo... aprendí en esas calles a temerle a la bota militar, vi como golpeaban hombres por llevar una bandera y evitar que el guanaco (camión hidrante) se abalanzara sobre la gente que marchaba con nada más que claveles rojos, banderas rojas, fotos del Compañero Presidente y lágrimas en los ojos. En esas marchas la gente era el doble de la que caminaba, cada uno tenía su foto, de alguien, que debía estar marchando ahí con nosotros, alguien que faltaba por que estaba lejos, por que no estaba, por que no se sabía que había pasado con ellos... Conocí el amargo e irritante sabor de las bombas lacrimógenas, vi las primeras molotov y la valentía del pueblo, que sin armas se paraba de igual a igual contra las tanquetas y los militares en caballos, motos y autos... entre medio de toda estas bataholas, la imagen fuerte, terriblemente imponente de Allende renacía en cada esquina de Santiago...
En esos momentos, las canciones prohibidas sonaban en todos lados, mil veces "El Pueblo Unido..." mil veces "Venceremos"... renacía en la marcha la guitarra de Víctor Jara (folclorista chileno que el 16 de septiembre de 1973, después de torturas es asesinado a balazos por los "valientes soldado"), volvía la voz de Pablo Neruda (poeta chileno que murió el 20 de septiembre de 1973).
El día continuaba cuando a las corridas escapábamos como podíamos del Cementerio General, la larga marcha hasta casa, se veía desde el colectivo, sobre todo en las poblaciones más humildes como la gente se organizaba, como se preparaban las futuras barricadas nocturnas, como las banderas chilenas que se cuelgan en septiembre para festejar el día de independencia (18 de septiembre), escapaban de sus encierros por ventanas y sobre mástiles... pero el 11... la gran mayoría se colgaban a media asta... algunos atrevidos ellos, colgaban banderas negras para demostrar su luto.
Al llegar a casa, era colgar la banderita negra en la ventana, comprar velas, para los apagones nocturnos y para salir a prenderlas en la calle, recordando a esa gente que cayó durante los 17 años de noche militar.
Las noches se alargaban en reuniones familiares, en donde los recuerdos volvían a flor de piel, abrazos inexplicables de mi madre, de mi abuela, como protegiéndonos de un dolor ajeno, pero que ellas sentían demasiado cercano.
Salían del alma nombres de gente linda, que ellas querían tanto, de José, de Gabriela, de Danilo, de Patricia de Víctor, de Oriana, de Manuel... de la gente que estaba lejos, esa que no se sabía viva o muerta...
Durante la noche, al primer ruido de balas, todos íbamos a dormir con mamá o con la abuela... en las calles la represión volvía, como durante 17 años, sin pena ni misericordia, aplastando en las calles barricadas, banderas y velas encendidas en las veredas de las calles.
Una de esas noches, mi abuela, daba lágrimas a su almohada... y yo no sabía bien que le pasaba, le pregunte si era por alguien al que habían matado... y ella me contesto: "Sí... por que mataron nuestros sueños..."
Espero que mi abuela se equivoque, y que renazca en mi patria esa idea que nació con el triunfo de Salvador Allende... una patria justa, libre y feliz. Dónde el 11 de septiembre sea un día en donde la gente se quede pensando en como hay que hacer, para que ese día no vuelva a existir, para que esa gente que no está, camine nuevamente por las anchas Alamedas que soñó y construyó Salvador Allende... esas Alamedas que nosotros, tendremos que volver a abrir...
Septiembre es para todo chileno, un mar de sentimientos, de contrastes terribles, de alegrías, penas... con una idiosincrasia tan nuestra… que como todas las cosas de la vida nos da una de cal y una de arena…
La historia nos ha dado la razón, la justicia siempre tarda demasiado, pero en la conciencia del mundo, ellos, los militares, para matar al hombre de la paz… tuvieron que convertirse en pesadilla.
No me iré sin hacer un alarde como dijo siempre una mujer valiente… Mil Veces… VENCEREMOS!, Con Allende VEN SEREMOS!!!
ÚLTIMAS PALABRAS
Elocuciones radiales durante el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973
Seguramente, ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción y serán ellas el castigo moral para quienes han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, también se ha autodenominado Director General de Carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡No voy a renunciar!
Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra de que aceptaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó mas, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista le da a unos pocos..
Me dirijo a la juventud, aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las líneas férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de pro [inaudible].
Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será callada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal [inaudible] los trabajadores.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973 .
EL PUEBLO UNIDO JAMÁS SERÁ VENCIDO (Quilapayún)
El pueblo unido jamás será vencido,
el pueblo unido jamás será vencido...
De pie, cantar
que vamos a triunfar.
Avanzan ya
banderas de unidad.
Y tú vendrás
marchando junto a mí
y así verás
tu canto y tu bandera florecer,
la luz
de un rojo amanecer
anuncia ya
la vida que vendrá.
De pie, luchar
el pueblo va a triunfar.
Será mejor
la vida que vendrá
a conquistar
nuestra felicidad
y en un clamor
mil voces de combate se alzarán
dirán
canción de libertad
con decisión
la patria vencerá.
Y ahora el pueblo
que se alza en la lucha
con voz de gigante
gritando: ¡adelante!
El pueblo unido jamás será vencido,
el pueblo unido jamás será vencido...
La patria está
forjando la unidad
de norte a sur
se movilizará
desde el salar
ardiente y mineral
al bosque austral
unidos en la lucha y el trabajo
irán
la patria cubrirán,
su paso ya
anuncia el porvenir.
De pie, cantar
el pueblo va a triunfar
millones ya,
imponen la verdad,
de acero son
ardiente batallón
sus manos van
llevando la justicia y la razón
mujer
con fuego y con valor
ya estás aquí
junto al trabajador.
VENCEREMOS (Sergio Ortega)
Desde el hondo crisol de la patria
se levanta el clamor popular;
ya se anuncia la nueva alborada,
todo Chile comienza a cantar.
Recordando al soldado valiente
cuyo ejemplo lo hiciera inmortal
enfrentemos primero a la muerte:
traicionar a la patria jamás.
Venceremos, venceremos
mil cadenas habrá que romper
venceremos, venceremos,
la miseria sabremos vencer!
Campesinos, soldados y obreros,
la mujer de la patria también,
estudiantes, empleados, mineros
cumpliremos con nuestro deber.
Sembraremos la tierra de gloria;
socialista será el porvenir,
todos juntos hagamos la historia,
a cumplir, a cumplir, a cumplir.
Venceremos, venceremos
mil cadenas habrá que romper
venceremos, venceremos,
la miseria sabremos vencer!
HOMBRE DE LA PAZ (Mario Benedetti)
A Salvador Allende
Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza
para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza
para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejército
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre del paz era una fortaleza
para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo.